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Geografía
PAÍSES
Portugal - 3ª parte
a localización de la actividad económica en Portugal es también un reflejo del claro desequilibrio territorial existente, con fuertes contrastes entre la franja litoral N y el resto del país. La economía portuguesa presenta unas características que la alejan bastante del conjunto de la CE en que se inserta, con un sector primario que todavía ocupa a más de un 20 % de la población activa (aporta un 10 % del PIB), y un sector terciario que no alcanza aún el 50 % de su aportación al PIB ni al total de población activa. Esta muestra del débil desarrollo económico portugués se explica por diversos factores, como sus arcaicas estructuras agrarias, el control de los sectores económicos básicos por capital extranjero y también unas deficientes estructuras de producción industrial.
La industrialización de Portugal es tardía, iniciada en los años 50 ya con viciadas formas estructurales: gran dependencia tecnológica, predominio excesivo de pequeñas unidades productivas familiares, y excesiva especialización en sectores tradicionales (textil, calzado, confección, etc.). A ello había que añadir su enorme dependencia energética y de recursos primarios en general, problema tradicional para la balanza de pagos del país. Sin embargo, algunos de estos déficit estructurales se convirtieron a partir de los años 70 en factores de competitividad y posibilidades de adaptación a la economía mundial. Efectivamente, durante la crisis mundial de los años 70, cuando el nivel de ocupación industrial se encontraba en clara recesión en toda Europa, Portugal consolidó su arranque económico, superando la crisis gracias a algunos factores de ventaja competitiva: contaba con los niveles salariales más bajos de la CE con diferencia, no debió sufrir grandes reconversiones por el bajo nivel de ocupación en los sectores industriales tradicionales, y el predominio de empresas familiares otorgó gran flexibilidad a una reorientación productiva. Así, la invasión extranjera y la iniciativa local llevaron a Portugal a un nivel de industrialización bastante equilibrado entre el predominio del factor trabajo y un notable nivel tecnológico. Esta agilidad de adaptación a la economía internacional y fuerte desarrollo industrial conllevaron un especial crecimiento de la región de Oporto, que a partir de los años 80 se convirtió en la primera zona de implantación del país.En Lisboa, donde se ubicaba la industria pesada (siderúrgica y petroquímica) y de bienes de equipo, con mayores unidades productivas y más alto nivel de organización sindical, la crisis de los años 70 tuvo mucha mayor incidencia, produciéndose un fuerte proceso de desinversión, especialmente de capital extranjero. Para superar la crisis, Lisboa se apoyó en su posición privilegiada como principal centro urbano portugués, primer puerto del país, en una oferta de mano de obra cualificada con bajos costes salariales, en sus buenas infraestructuras y red de comunicaciones, así como en su terciarización como capital del Estado.
En general, toda la franja nor-atlántica, con Setúbal, Coimbra y Braga como ciudades medias, se ha visto beneficiada para su crecimiento industrial por su privilegiada situación sobre las infraestructuras comunicativas, factor potenciado tras la construcción de la autopista Lisboa-Oporto. En el resto del país, tan sólo las capitales de distrito han experimentado cierto desarrollo merced a que su posición de centralidad ha logrado captar capital foráneo e incentivar empresas locales. Los principales sectores de la industria lusitana son el textil y de vestimenta, calzado, artículos de corcho, papel y derivados de la madera, de aparatos eléctricos, alimentario y cerámica. En cuanto a la producción agraria, ésta sigue centrada en el policultivo mediterráneo, adaptado a la diversidad ambiental del país. Así, a la tradicional trilogía mediterránea (vid, olivo y trigo) se añaden otros cultivos como el maíz, la fruticultura o las leguminosas para forraje. La ganadería de costumbres pastorales tradicionales, ovina y caprina, sigue imperando en toda la parte S del país, a pesar de la creciente instalación de modernas granjas de explotación intensiva de bovino y porcino.En el N, la mayor abundancia de pastos ha originado una tendencia al predominio de la ganadería bovina. A pesar de todo ello, puede decirse que el sector agrario portugués se encuentra todavía sumido en una crónica situación de marginalidad respecto a la economía internacional, con enormes deficiencias estructurales (de distribución de la tierra, falta de mecanización, etc), de los que ningún esfuerzo gubernamental ha sabido salir. La pesca, de gran tradición, ha potenciado el desarrollo de una notable industria alimentaria, pero, sin duda, el ámbito más importante del sector primario portugués es la explotación forestal. De gran dinamismo, este sector supone casi el 20 % de las exportaciones del país, y provee una importante industria de transformación. Portugal es el primer productor mundial de corcho. La silvicultura ha constituido, además, un método de recuperación de tierras marginales, a pesar de la polémica ecologista que ha generado por el tipo de especies utilizadas (generalmente. pinos y eucaliptus).
Del sector terciario destaca, por su importancia para el país, el desarrollo del turismo. Esta actividad aporta actualmente a Portugal un importante porcentaje del PIB. Es potenciada por una oferta de precios muy competitivos, y favorecida por una indiscutible multitud de atractivos naturales y culturales. Las zonas de mayor desarrollo del sector turístico son el Algarve y las dos regiones insulares (Madeira y Azores), además de la propia capital. La adhesión de Portugal a la CE en 1986, significó un cambio en su tradicional vocación ultramarina y el inicio de una orientación europea, de forma que hoy el comercio portugués en el seno de la CE ya supone más del 50 % de su volumen. Pero esta integración ha revelado también su débil situación frente a Europa, con unos indicadores económicos y de nivel de vida en general sensiblemente inferiores a las medias comunitarias. En contrapartida, ello le ha permitido ser beneficiario de las ayudas otorgadas por el FEDER, a la espera de la definitiva aprobación de los fondos de cohesión que deberán favorecer a los países más pobres de la Comunidad.